Corriendo de la mano de mi diabetes
Cuando me preguntan ¿para ti, qué significa correr? respondo sin dudarlo, VIDA, correr me mantiene con vida, esta es mi historia…
Mi madre me contó que cuando nací fue una verdadera carrera, eso de andar “peregrinando” para buscar hospital que me aceptara no fue cosa fácil, terminé naciendo en el hospital evitado y en el cuarto sin pronunciar, un 19 de julio en los ochentas, cuando los mallones estaban de moda y José José aún tenía voz, fue una carrera para la mujer que estaba a punto de traer al mundo a una niña. A mis 6 años corrí como desesperada al doctor de la mano de mi madre, su hija estaba dando vueltas en una columna de la escuela, sus pupilas tan grandes como platos, “no puedo ver mamá“, esa frase era el inicio de pequeñas carreras sin meta que empezamos a andar.
Pasaron unos años, esa niña era ya una adolescente, había noches, en que sin saber la razón, comenzaba a correr tan aprisa, tan desesperada, el peso en mi cabeza dominaba las ideas, me embriagaba de ausencia, no sabía, no entendía lo que me pasaba, corría de noche, con la mochila en mi espalda, todo pesaba tanto, como 100 kilos de preguntas sin responder, como miles de parpadeos que no terminan viendo, algo dentro de mí, justo al lado del corazón, donde nace la pregunta, donde se encuentra el miedo.
Años más tarde corríamos a una sala de urgencias, a partir de ese momento las carreras no fueron las mismas, ahora lo sabía, tras 16 kilómetros les di la mano por vez primera; Diabetes tipo 1, Hipotiroidismo y para jugarle una broma al destino, síndrome de Addison, ¿qué significa? un montón de autoanticuerpos decididos a ponerme a correr en los momentos menos esperados; resultó ser que les fascina correr, llegar al límite, cruzarlo y seguir de pie, jugamos nuestras mejores cartas en la pista, nos desafiamos y entonces estoy allí, a unos metros de la meta, a unos pasos de abrazar a los que amo, de decirle al oído, bajito, lo logramos, 5 segundos de éxtasis, de sueño vivido, de promesa cumplida y amor eterno, me siento invencible, el alma palpita y ella me dice, vamos por otra, que aún no muero.
Jamás he contado los kilómetros que he recorrido ¿de qué serviría?, yo llevo mi cuenta en días vividos, en experiencias adquiridas, increíble es que la carrera pueda ser tan difícil, querer parar un segundo, pero entonces, todo cambia, esos últimos 100 metros son la gloria, el dolor desaparece, la angustia se disipa, la resistencia se expresa, la fantasía cobra vida, eso amigo, se llama meta, está frente a ti, la admiras, te deleitas, corres más aprisa, ni siquiera lo piensas, te sientes flotar, ya nada te pesa, ni el cansancio, ni los miedos, ni las obligaciones que has acumulado a lo largo de tu vida, escuchas un sonido, ese latido que aumenta, escuchas a tu corazón volcándose en pasos, lo sientes, lo vives, la cruzas, la ganas, te acercas.
Hace días me decían ¿y qué tiene de especial correr con Diabetes tipo 1? contesté: nada, es tan fácil como tomar una aguja e intentar colocar el hilo en el ojal con los ojos cerrados, como reproducir los colores del mar, tan sencillo como respirar bajo el agua, tan simple como entender a Dios…fácil no es, de sencillo no tiene nada, me quedo callada al escucharlos, al decir que temen la “pared” en la ruta, no te preocupes, la viviré diez veces y seguiré enloqueciendo, para mantenerme con vida, para seguir corriendo.
No existe mi Diabetes sin la carrera, cuando nos falta, todo pierde la cabeza, cifras de 3 números, cama, espera, entonces regreso a la pista con más fuerza, unos años mayor que aquel verano, con más cuentas, con ganancias, menos deudas, descubro que ser corredora no es letra, es esencia, es vida, es fuerza ¿escuchas compañera de vida?, nos acercamos a la meta.
¿Inspirar? me inspiro a mí misma, todas las mañanas, al despertar y mirarme al espejo, con la simple y verdadera convicción de seguir con vida, me inspira mi Diabetes, mis autoanticuerpos, son un regalo para una mujer que está loca por seguir viviendo, lo increíble de todo esto, de mi vida a su lado, ha sido conocer a otras mujeres, hombres, niños, ancianos, que me miran al correr y leen mi playera que dice “Soy tipo 1, yo corro de la mano de mi Diabetes”, se acercan a mí, me dan una palmada en la espalda y me dicen “sigue corriendo”, me han dicho que lo que hago inspira a otros a ser valientes, a vivir esforzándose día a día con su Diabetes, con la vida misma; la verdad es, que ellos me inspiran a mí, me siento comprometida a seguir corriendo, para demostrar, para demostrarme, que en esta vida, a pesar de todo, los límites sólo existen en nuestra mente, que darle la mano a las dificultades nos hace más fuertes, nos hace invencibles. Quisiera decirles a todas las mujeres que viven con Diabetes, que la vida está esperándolas allá afuera, lejos de sus miedos, que salgan a la calle para trazar una nueva ruta llena de posibilidades.
Es entonces este círculo de inspiración que nos regala la vida, cuando vemos a otros en la ruta, cuando corremos y no paramos, cuando son nuestras acciones las que viven e inspiran, las que no nos permiten cansarnos.
Marisol Gil
Historias de Vida y Azúcar