Mi new normal como corredora
Iba en una carrera sin freno pero la pandemia me paró en seco. Siempre vi a correr como una de las columnas de las que se sostenía mi salud mental, hoy me reiteró que entre menos apegos, mejor.
Empecé a correr a los 14 años para tratar de controlar el exceso de energía de mi adolescencia. Desde el día de mi primera zancada como corredora, me recargué en correr y dejé que me llevara de la mano en mi vida. He cumplido 27 años corriendo, he parado algunas veces: cuando me operaron las rodillas, cuando tuve a mis hijas y esta vez, con una pandemia.
Este año quería correr mi 8vo maratón, quería ir a Nueva York a festejar el 50 aniversario del maratón que más ha marcado mi vida (lo he corrido 2 veces). Había dibujado en mi mente hasta mi llegada a la meta y de pronto, una pandemia y el confinamiento me dijo que no. El Maratón de Nueva York siempre me ha dado grandes lecciones de superación: la primera vez me rompí un tobillo y no pude correrlo, regresé a debutar en la distancia dos años después y ahí tengo mi mejor tiempo. En la segunda oportunidad que tuve de correrlo acababa de morir mi papá y lo hice para hacer una catarsis y dejarlo ir. Y en este 2020, una pandemia me enseñó a soltar mi mano de correr.
Siempre me gustó el deporte, hice de todo desde los 6 años, pero me enamoré de correr. Nunca faltaron las preguntas: ¿para qué corres? ¿de qué huyes? ¿a quién persigues? Yo solo corría para encontrarme a mí misma. Desde los días que empecé en el parque de 900m que estaba justo detrás de mi casa en Torreón, hasta la pista de la Ibero donde mi coach Fabrizio Chamor me enseñó la disciplina como tal y aprendí a competir, hasta las calles de mi CDMX, Guadalajara y otras partes del mundo donde he tenido la oportunidad de correr cualquier cantidad de carreras.
Pero correr fue mi sostén en momentos de crisis, de toma de decisiones que implicaban mucha fuerza de mi parte. Correr siempre estuvo ahí. Sin querer, empecé a desarrollar un gran apego que la vida me llevó a dirigir revistas deportivas y una de ellas, Runner’s World, la revista líder en el mundo del running. Y así, nació Soy Corredora, un proyecto que me ha dado grandes aprendizajes tanto personales como profesionales.
No saben lo que significaba para mí dejar de entrenar un día, me sentía mal, me sentía vacía, incompleta. Y aunque siempre traté de darle el justo valor (nunca me obsesioné del todo con los tiempos, nunca me ha quitado el sueño calificar a Boston) sí tenía un apego muy fuerte a correr y a que fuera mi espejo para reconocerme como una persona fuerte, segura y valiente.
Yo me consideraba una mujer sin apegos, libre, amante de vivir ligera. Con la pandemia me di cuenta que correr me estaba pidiendo que lo soltara y que nuestra relación debía cambiar. Llevo casi 3 meses sin correr, sin recorrer las calles, bosques y pistas con la energía de mis piernas. Ha sido difícil, tanto como un duelo, me he enojado, he llorado pero me he levantado. He tenido cambios drásticos de humor, he necesitado hacer más ejercicio funcional (hasta 2 horas diarias) para sacar esa energía, he recurrido a terapia para trabajar en el duelo y el desapego de lo que hasta antes del COVID, era mi refugio, mi paz. Quise comprar una caminadora pero me resistí, tal vez alguna vez lo haga, pero no por desesperación.
Por supuesto que volveré a correr, que seguiremos siendo amigos. Porque siempre ha sido un gran maestro para mi y hoy me ha enseñado que con esta separación temporal no pasa nada, que nuestra relación será más sana emocionalmente, más desde el amor y no desde la desvalorización, no desde sentirme vacía sin correr, sino de sentirme fuerte y suficiente aunque no esté y no pueda darme esos números (tiempos de entrenamiento, calorías quemadas, ritmo de carrera, consumo de oxígeno, etc) que me hacían sentir poderosa y hasta superior.
Correr siempre será la relación más bonita y en honor a ella, a correr le he quitado la responsabilidad total de mi felicidad. Hacer otro tipo de ejercicio como yoga, saltar la cuerda o entrenamiento funcional me enseñó a soltar y fluir, y esto nadie podría habérmelo enseñado tan bien como correr.
Fundadora Soy Corredora