Una mexicana en el Ironman 70.3 en Mallorca

Soy Ironman y lo logré en Mallorca. Querer es poder…unilimited will power, esa soy yo. Viajar sola a Europa con mi bicicleta, a cumplir un sueño, no detenerme por nada. Felicidad inmensa, retos cumplidos, logros, adrenalina, aprender a conocerme, saber mis límites y no límites.

Nervios de estar sola, ver familias y parejas apoyando, sentir las ganas de estar acompañada, añoranza… cambiar ese sentimiento y enfocarme en mi presente al hacer un Ironman.

Puerto de Alcudia, Mallorca, Islas Baleares, España, 11 de Mayo 2019, 6:00 am.

Me despierto temprano… más bien no pude dormir, bajo a desayunar, soy vegetariana y me decían que esto iba a ser too much para mi, que necesitaba comer carne, proteína, yo me siento fuerte, bien y preparada.

Camino hacia la zona de transición del Ironman; estoy hablando con mi papá que está en México, allá son las 2am, está despierto, al pendiente, emocionado como si estuviera ahí, me siento abrazada a la distancia.

El día perfecto, el sol saliendo, los competidores llegando, serios, nerviosos, concentrados, ilusionados también hay voluntarios y familiares. Reviso mi bici, aire en la llantas, barritas, papitas, geles, isotónico y agua.

Ya están organizadas mis bolsas de transición, la azul (bike gear) con mi casco, lentes, zapatillas, guantes y la roja (run gear) con mi número, calcetines, tenis y gorra.

Llego a la playa, tres mil ochocientos competidores, el Ironman 70.3 más grande del mundo, un espectáculo de wetsuits, gorras, googles pero todos somos iguales.

Los ojos significan tanto: intercambiamos miradas de nervios y miedo buscando apoyo. Somos extraños compartiendo un sueño, con dudas e incertidumbre, nos sentimos más humanos que nunca; hay tantas variables: un calambre, un tropiezo, dolor de estómago, un trancazo, ampolla, accidente… y nosotros retando a la vida a que todo salga bien en el Ironman.

Caminamos hacia la salida, nos abrazamos, los desconocidos nos convertimos en familia; salimos corriendo, de seis en seis, cada seis segundos, siento la arena, el agua y sin pensarlo me echo un clavado al mar.

Empiezo, nadar es lo mío,una boya, dos, tres, cuatro, parecía interminable, elegí muy bien mi grupo de tiempo, gorras verdes, 30 a 35 minutos, íbamos al ritmo, parecía un baile, podía sentir los corazones y las brazadas; fluyo conectada con el mar. Llego a la ultima boya, sigo nadando, ya estaba muy bajito podía tocar la arena con la mano y yo, seguía; 1,943 metros marca mi reloj, salgo del agua, escaneo, me siento súper bien, la esposa de Jero, el de la tienda de bicis, me reconoce y me anima.

¡Vamos Monik!

T1 (TRANSICION 1)

Casco, lentes, guantes, barrita, agua; corro con las zapatillas en la mano a mi bici, después de aproximadamente dos mil bicicletas, ahí estaba, esperándome, lista y emocionada para la Tramontana Mallorquí.

Me hago bolas con mi reloj, ¡ya voy en la transición 2!, no lo puedo programar, me vale, salgo con una sonrisa de oreja a oreja. Voy rodando con el mar al lado derecho, llego al kilómetro quince, todo plano.

Llego a Pollensa, hay una escultura de un pollo gigante, se escucha: ¡Vamos México! Soy la única mexicana en el evento, la gente se emociona al ver mitrisuit de México, iba tan acompañada, ¡todos nos quieren a los mexicanos! Empiezan las montañas, subida, subida, subida y más subida. Una que otra lagrimita al ver los paisajes, tanta belleza y el Universo eligiéndome a mi para disfrutarla; más bien, yo me elegí a mi misma para disfrutar estas maravillas. Kilómetro treinta y cinco, llego a Lluc, logro tomar una botella de isotónico sin detenerme y sin que se caiga, nuevas experiencias.

Ahora sí, empieza la adrenalina, bajadas pronunciadas, muy técnicas, curvas cerradas, esto es lo mío, (también) voy rebasando, hombres, mujeres, a todos; grito: izquierda, left, izquierda. Voy en un bliss, concentrada, frenando, pedaleando, plato grande, todo en un ritmo, el viento conmigo, mi corazón a punto de estallar; Cincuenta y siete (57) kilómetros por hora bajando en esas curvas; veo una ambulancia, un herido, freno y bajo un poco la velocidad, sigo disfrutando.

Paso Campari, bajadas en el pueblito, no hay banquetas, pasamos entre casas color ocre y beige, me siento en Le Tour de France. Kilómetro cincuenta y dos, Campagnet, la gente afuera de sus casas animándonos emocionados: ¡Viva México!

Hubo unos kilómetros planos en el campo, aprovecho para comer papitas, almendras y gel. Kilómetro sesenta y siete, llego a Muro, una subida de 200 metros empinadísima, veo a algunos bajarse de la bici y caminar, me anticipo, pongo plato chico y me levanto, un español a mi lado hizo lo mismo pero nuestras ruedas iban pegando, íbamos a uno, no había forma de movernos. Los últimos 20 kilómetros planos, con un viento fuertísimo de frente y de lado, otra nueva experiencia, se me hicieron eteeeernos, pero voy bien hidratada y nutrida, aprovecho para comer más papitas, empiezo a cantar y así, cantando terminé los 90 kilómetros de bici. Hora de mentalizar los 21 kilómetros de carrera que me faltan, un medio maratón.

T2, (transición 2)

Dejo mi bici, me pongo calcetines, número y tenis, empiezo a correr, a los tres kilómetros me doy cuenta que se me olvidó quitarme mis guantes, ahí voy elegantísima corriendo con guantes al bajar el Puente de la playa veo a Sebas, con su niño, me echan porras y se los doy a guardar.

¡Vamos Monik la Mejjicana! Escucho a Miguel Ángel y a Tony, los mallorquines ya iban entrando a la meta, ¡que tíos! Ya son las 2pm, calor infernal pero con brisita, a lo largo del Malecón veo hombres vomitando, otros con calambres, paramédicos ayudando, 32 grados, escaneo, todo bien; claro voy corriendo lento, reconozco que me dio miedo acelerar, no le quiero echar peligro, dicen que al kilometro 18 las piernas no responden.

Eduard el Suizo, me saluda, platicamos, él ya casi termina: au revoir. Llego a un abastecimiento, hay naranjas, me paro, como una y no puedo dejar de comer; 6 naranjas después, vuelvo a mi carrera. Un chavo me rebasa, después camina, lo rebaso, me rebasa, después camina, lo rebaso y me alcanza, es un australiano platicador que vive en Alemania, corremos unos kilómetros juntos, él camina y corre, trae un calambre, le duele todo. Me echo agua a cada oportunidad y siento refrescarme delicioso; veo a Lisbeth Austad (Norseman) que ya va en la ultima vuelta y me anima.

Kilómetro doce punto cinco,al pasar mi segunda vuelta (son 3 vueltas de 7km cada una) veo que Yuvi (Yuval Levy) ya había terminado. Esos 4 israelitas con los que había nadado un día antes se meten a correr conmigo, apoyándome, vamos muertos de risa, los ven y los sacan, pero el momento mágico ni quien nos lo quite. Última vuelta, ya voy en el kilómetro 18.5 sin darme cuenta pasé el 18 más temido, yes! voy feliz, entera, hidratada, sigo comiendo naranjas.

Kilómetro 20.2, gente de todas las nacionalidades a lo largo del malecón gritan porras, ya falta poco, uno hasta dice: Viva Méksico Cabrnsssss; creo que era sueco jajaja.

Una ráfaga de viento nos empuja hacia atrás. Veo la meta, acelero, ¡ya llegué! ¡ya llegué! ¡ya llegué!

Escaneo, solo traigo una sampollas, nada me importa, acelero como si fuera a ganar las olimpiadas.

Agradezco y levanto los brazos en triunfo, soy una muestra viviente de que querer… es poder. Setenta punto tres millas (70.3), ciento trece kilómetros (113), ¡7:24’23! Siete horas veinticuatro minutos veintitrés segundos.

La Monik competitiva sabe que pude haberlo hecho mucho más rápido; la Monik hippie ganó en esta ocasión: Meditación, conciencia, tranquilidad, disfrute, agradecimiento y amor.

Gracias a todos los que han sido parte de este viaje, esta aventura que hace cuatro meses pensé era para otro tipo de persona, ahora sé, que solo hay que querer ser ese otro tipo de personas.

Ahora, ¡ahora ya soy IRONMAN 70.3!