Cómo correr me enseño a amarme
La historia de cómo correr me ayudó a recuperar mi autoestima.
Que si no me parezco a fulanita, que si no tengo la cintura de perenganita, que si mi espalda es muy grande y mis pechos muy pequeños… Así puedo decir mil defectos más que solía encontrarme a diario, ¿por qué, simplemente, no aceptarme como soy?
Toda mi vida (lo poco que llevo de ella) me he cuestionado el porqué mi cuerpo es como es, que por qué no tuve la fortuna de nacer delgada como todas mis amigas y poder comer sin importar cuánto pudiera engordar.
Desde que tengo memoria, ir a una fiesta en la piscina ha sido una odisea, pues el traje de baño era mi peor enemigo y, por supuesto, conforme fui creciendo las inseguridades aumentaron, pero no había ningún problema conmigo.
Desde pequeña he tenido una vida muy activa. Pasé por todas las actividades que te pudieras imaginar, desde natación, karate, gimnasia olímpica, tennis, hasta danza, a la que dediqué 8 años de mi vida y sigo disfrutando de vez en cuando. En cuanto a mi alimentación, no era exactamente perfecta, pero comía bastante bien: frutas, verduras, proteína y carbohidratos.
Era una niña bastante saludable, pero, por supuesto, yo no veía nada de eso y seguía agobiando a mi madre con pensamientos como “estoy gorda, mamá. Odio estar gorda, ¿por qué no me veo como las demás?”. Pobre de ella, a mi corta edad con tan poco amor propio.
Conforme fui creciendo, aprendí aceptarme poco a poco y a entender que no todos los cuerpos son iguales y que se ven diferentes… y está bien y es hermoso. Claro, seguía teniendo inseguridades, pensando en que realmente, jamás alguien podría quererme porque no tengo el cuerpo perfecto. Algo realmente patético.
Un día, estaba en clases, después de ir al gimnasio y, me puse a pensar que, realmente nunca había hecho alguna actividad con la finalidad de superarme, incluso, cuando empecé en clases de danza, fue por la razón de hacer ejercicio y perder peso (a mis cortos 11 años), al final me enamoré de la danza, sí, pero empezó por la misma razón superficial de no amarme y no verme como equis persona. Así que, después de ese largo análisis y no prestar atención a mi clase, decidí que iba a entrenar para correr un Medio Maratón. Abrí Pinterest, busqué un plan de entrenamiento para principiantes, descargué el que se veía más prometedor y nunca hubo vuelta atrás.
Empecé a correr y, al principio, terminar de darle una vuelta al circuito de Viveros (2 km) era un verdadero logro. Poco a poco, empecé a mejorar y junto con ello, a amar el running. Mi afán por querer ver resultados en mi cuerpo y ver más cintura/pompas/menos grasa/etcétera cambió y empecé a ver resultados en otras cosas.
Por ejemplo, podía terminar ese entrenamiento sin querer escupir mi pulmón, podía correr más kilómetros y podía ir más rápido poco a poco. Cambié los kilogramos por kilómetros y las tallas por tiempos. Mi sentido de competencia aumentó y mi deseo por desenvolverme más en este mundo y querer pertenecer a las carreras, me trajeron mucha felicidad y conocí a otra yo. Una yo que no se da por vencida, que tiene un poder mental brutal y un cuerpo tan fuerte y saludable que puede correr 21 kilómetros sin parar.
Correr no sólo me ha regresado mi autoestima, correr me ha enseñado a ser paciente y a conocer mis límites. Correr me ha enseñado sobre el poder de mi mente y me ha dejado grandiosas experiencias y me ha dado varias lecciones. Sobre todo, correr me ha dado personas increíbles que me han enseñado, que me han ayudado a crecer y que, hoy, puedo llamar familia.
El mundo del running es un parteaguas en mi vida, hay una Nicole antes y después de ser corredora, soy una persona distinta, con la seguridad a tope y con hambre de superarme. Por supuesto, hay días malos, no soy perfecta y hay cosas en las que todavía debo de trabajar, pero no hay día malo que no pueda solucionar con mis tenis para correr. Soy corredora y correr me ha enseñado a amarme como soy.
Nicole Tackert Moreno (@runningnicky21)