Olivia Leyva: para estar conmigo
Mi actividad física empezó a los 3 ó 4 años. Hice gimnasia, tennis, natación; cambié a ballet, danzas polinesias, jazz, y por último spinning. Curiosamente fue en una época donde mis cuestionamientos sobre la vida se intensificaron, cuando decidí probar el running.
Mi primer carrera fue de 10K, no entrené como “debí”, pero tenía buena condición física. Recuerdo que estaba muy emocionada aunque también un poco temerosa. Mi papá me dijo: “En esta carrera decides si lo amas o lo odias”. Y en efecto, mi primer carrera, fue lo máximo, una gran satisfacción llegar a la meta.
Al igual que muchos, me inscribí a cuanta carrera podía. Poco a poco fui aumentando de distancia y con la aparición de Total Running y Facebook, la motivación era mayor. De pronto llegué a la distancia que me ha dejado mayor aprendizaje. Mi primer maratón: Chicago 2011. Mi papá y mi hermano, a pesar de no correr juntos físicamente, compartimos la emoción de lo que estábamos viviendo, cada quien en su tiempo y espacio.
Mi segundo maratón: Berlin 2012. Magia pura. 2012, un año diferente. Lo único que fluyó en ese ciclo fue todo lo relacionado al maratón. Aunque con la aparición repentina de periostitis pensé seriamente no correrlo; pero todo siempre se acomoda.
Cada Carrera es única en sus anécdotas. Muchas experiencias no se logran describir con palabras: ¡sucede la magia y ya! No corro para demostrarme nada, no corro para competir conmigo. Sé que el ser humano es maravilloso y es capaz de mucho, ¡mucho! No corro para “escapar de mis problemas”, al contrario. Corro para estar conmigo y por lo que sucede durante y después. “Me caen veintes”, encuentro soluciones, comprendo. El running me hace respetar mi cuerpo, entender que éste es mi templo más sagrado; me enseña claramente lo que es estar en comunión con mi Ser.
Siempre digo que el amor al deporte es la mejor herencia que me han dado mis padres, porque es una de tantas técnicas de autoconocimiento y si me lo propongo, de mucho aprendizaje.