Correr el maratón por debajo de las 3 horas: Norma Morales
Soy Norma Morales, tengo 30 años y soy originaria de Hermosillo Sonora. El pasado 7 de octubre participé en el maratón de Chicago, en donde me convertí en la segunda mexicana en cruzar la meta con un tiempo de 2:59:45, también logré ser la primer mujer sonorense en correr un maratón por debajo de las 3 horas.
Pero, ¿qué hay detrás de toda esta locura del Sub 3? ¿Cómo es que llegué al maratón? ¿Por qué Chicago? ¿De dónde sale la idea de comenzar a correr? ¿En qué pensaba durante todo el recorrido?
Resumiendo un poco la historia, la idea de correr comenzó como parte de las actividades extra curriculares cuando estaba en preparatoria, desde ese entonces, de una u otra forma me he organizado para realizarlo, sin embargo, en aquellos tiempos no era tan constante, hacía ejercicio una hora al día por 2 o 3 veces a la semana.
Al ingresar a la universidad formé parte del equipo representativo de atletismo como corredora de los 5000 metros planos. Mi estancia en el equipo fue corta; 1 o 2 años porque entre materias, prácticas profesionales, servicio social y trabajo, ya no quedaba tiempo para el deporte. Fue hasta 2012 que encontré estabilidad laboral y retomé el pasatiempo de correr.
En un inicio corría sola hasta que me di cuenta que mis tiempos en carreras de 5 y 10 Km no tenían una mejoría, que al final esto lo realizaba de forma recreativa, pero por naturaleza el ser humano es competitivo, así es como estuve algunos años bajo el tutorial de un entrenador y después formé parte de un equipo.
Mis tiempos en 5 y 10 Km mejoraron conforme avanzaban los entrenamientos, poco a poco comencé a ganar las carreras de la localidad. En 2016 participé al lado de mi equipo en diferentes competencias de pista en Tucsón y San Diego, precisamente durante este año es cuando logro mi mejor marca en 5000 metros: 18:34.
Hasta esta parte de la historia todo iba muy bien, entrenaba una sesión de 2 horas por 6 días a la semana, los horarios se acomodaban a la perfección con mi trabajo, familia y amigos. Ya tenía la inquietud de hacer un maratón a mis 30 años, en aquel entonces, tenía 28, así que todo estaba fríamente calculado.
Fue a mediados del 2016 cuando una compañera me invitó e hizo labor de convencimiento para acompañarla a correr un maratón en septiembre de 2017. La invitación me cayó de sorpresa, apenas y conocía a la persona que me invitaba, nunca había corrido más de 15 km y además no sólo se trataba de un maratón, ¡sería el maratón de Berlín! Uno de los 6 Majors.
Después de darle mil vueltas a la loca idea y tener un entrenador no muy satisfecho por la decisión que estaba a punto de tomar pero dispuesto a apoyarme al igual que mi familia, para finales del 2016 ya estaba inscrita y aceptada en el maratón de Berlín, al mismo tiempo que lista para correr mi primer medio maratón y comenzar el entrenamiento tanto físico, mental y toda preparación que un maratón implica. En verdad, no tenía la más mínima idea de en lo que me acababa de meter. Pero bueno, soy competitiva y me gustan los retos, así que sin llorar.
Fueron 4 meses de entrenamientos enfocados al maratón, de junio a septiembre, que en Hermosillo son los peores meses para realizar cualquier actividad al aire libre, con temperaturas superiores a los 50°C y un sol que ni el mejor protector solar lo bloquea, ya se imaginarán cómo me fue. Entre dobles sesiones de entrenamiento que iban de 3 a 4 horas diarias por 6 o inclusive 7 días a la semana, rozaduras, ampollas y quemaduras mi cuerpo se fue acostumbrando al entrenamiento de maratón. Pero no sólo a eso, se tuvo que adaptar, el aumento de kilómetros no tardó en resentirse y las lesiones/molestias aparecieron. Afortunadamente siempre estuvo presente un equipo de fisioterapeutas que me ayudó en el proceso.
La alimentación también jugó un papel importante, mis hábitos alimenticios mejoraron drásticamente, más bien dicho, aprendí a comer con ayuda de una experta en el tema a quien agradezco hasta la fecha todo el apoyo y orientación brindada.
Y así es como se llegó el último fin de semana de septiembre del 2017 y el maratón de Berlín hizo de las suyas. Con un tiempo de 3 horas 11 minutos crucé la meta con una gran sonrisa. ¡Feliz y emocionadísima por haberlo logrado! Mi debut en maratón a nivel personal había sido todo un éxito y cuando menos pensé ya me encontraba corriendo mi 2do maratón en diciembre de ese mismo año; el maratón de Hermosillo con un tiempo de 3:07. En febrero del 2018 corrí el maratón de Phoenix en 3 horas 2 minutos.
Después de Phoenix las lesiones aparecieron, las terapias y medicamentos no fueron suficientes, la peor pesadilla de todo corredor se me hizo realidad: parar por completo de correr por tiempo indefinido. El entrenamiento para el maratón de Chicago estaba contemplado para 4 meses, de junio a septiembre. El mes de junio estaba por terminar y yo seguía sin poder correr. No quería aceptarlo pero cada vez veía más lejano el sueño de correr mi segundo Major. En esta etapa, los ánimos, comentarios y opiniones de mis amigos, entrenador y fisioterapeutas jugaron un papel clave; en el maratón es fundamental la parte mental y emocional.
Finalmente logré comenzar el entrenamiento para Chicago, sabía que si quería un buen resultado necesitaba ser muy disciplinada en todos los sentidos: entrenamiento, alimentación, terapias y horas de sueño, tenía el tiempo contado, sólo 3 meses para el gran día.
La historia fue muy similar en comparación de la preparación para Berlín, largas sesiones de entrenamiento durante la mañana antes de ir a la oficina, entrenamiento vespertino después de la oficina, despertar a las 4am incluyendo los fines de semana, llevar el cuerpo al límite con las altas temperaturas del verano hermosillense. A pesar de todo esto, los 3 meses se me fueron en un abrir y cerrar de ojos, tengo que admitir que disfruté este entrenamiento, siempre tuve a mi lado a dos grandes personas que entrenaron y me apoyaron en todo momento: Erika mi amiga responsable de que me convirtiera en maratonista antes de lo planeado y Altobeli, mi amigo que ha estado presente en la preparación de mis cuatro maratones.
Octubre 7, el día más esperado había llegado, con la motivación al 100% porque un día antes conocí a Paula Raddclife; la acreedora del mejor tiempo en maratón femenil. Tenía los sentimientos a flor de piel, prácticamente lo había logrado, estaba parada en el bloque “A” a punto de correr el maratón de Chicago. Emocionada, nerviosa, con un nudo en la garganta y mariposas en el estómago se dio el disparo de salida. No lo voy a negar, los primeros tres kilómetros me sentí presionada y estresada; el clima era frío, con lluvias, muchos corredores en poco espacio, con la incertidumbre porque mi reloj marcara correctamente el ritmo durante cada kilómetro.
Mi entrenador me había dicho los tiempos en los que tenía que pisar los tapetes colocados cada 5 kilómetros a lo largo de la ruta. Conforme me di cuenta que los tiempos iban acorde a lo planeado me comencé a relajar y disfrutar la bonita ciudad de Chicago, la porra del público procedente de todas partes del mundo, las palabras de aliento por parte de otros corredores, los carteles con frases motivacionales a lo largo del recorrido (el que más recuerdo decía: “corre rápido porque es mi cumpleaños”), también recuerdo la música que estaba agrupada según la nacionalidad del público. ¡México no se hizo esperar con los mariachis y la banda!
Al llegar al kilómetro 40 sentí la presión nuevamente, ¡Tenía el tiempo justo para cerrar el maratón en 3 horas! Mi cuerpo estaba cansado y mi respiración agitada, pero no era momento de echar todo los esfuerzos a la basura, así que inhalé profundamente y corrí tan rápido como el cuerpo me lo permitía. En ese momento pensé en mi familia, amigos y compañeros que siempre estuvieron presente y al pendiente durante los últimos meses. Este maratón estaba dedicado a los que creyeron en mí.
Los últimos 500 metros fueron cardiacos porque había letreros haciendo la cuenta regresiva cada 100 metros. Estaba sólo a 200 metros del final y para cerrar con broche de oro se trataba de una subida, vaya momento para que una cuesta apareciera.
Crucé la meta volteando hacia arriba por dos razones: agradeciendo haber terminado y tratando de ver el tiempo, 3:00:13, no quería emocionarme, pero sabía que tenía unos 20 o 30 segundos de “respaldo” por el tiempo que tardé en salir al inicio del maratón. Caminé un poco para tomar agua y cubrirme del frío, estaba remojada de pies a cabeza. Me quedé a pocos metros de la meta esperando a mis amigos de Hermosillo que estaban por terminar. Fue hasta que dos de ellos llegaron cuando ingresaron a la app del maratón y confirmaron mí tiempo: 2:59:45. Lo había logrado, correr por debajo de las 3 horas, los gritos, emoción y lágrimas no se hicieron esperar, el objetivo se había cumplido.
Toda meta es alcanzable, necesitamos esforzarnos y trabajar en nuestros sueños, recordemos que los únicos responsables de que se cumplan somos nosotros mismos, en el camino siempre encontraremos quien nos oriente, apoye y motive a seguir adelante.
Siguiente parada: ¡Maratón de Nueva York 2019!
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