5 lecciones que aprendemos al correr largas distancias
Muchas personas no entienden las razones por las cuales corremos, pero una de ellas es que durante cada trayecto, carrera o entrenamiento, aprendemos valiosas lecciones que se pueden aplicar a nuestro día a día. Las mejores lecciones llegan en las distancias más largas porque es cuando tenemos más tiempo con nosotras mismas.
Aprendes a disfrutar y fluir en la carrera. Muchas veces cuando corremos distancias más largas como 21k o 42k, estamos entrenadas y mentalizadas para hacer cierto tiempo, pero durante la carrera nos damos cuenta que ya no se va a lograr ese objetivo y lo único que queda es disfrutar la carrera, admirar cada paso, cada porra y cada espectador. Ser flexible y fluir son dos cualidades que aprendemos en las largas distancias.
Le ponemos límites a los malos pensamientos. Cuando realizamos distancia en el bosque, montaña, pista, solas o acompañadas, la mente puede ser nuestro mejor aliada o nuestro peor enemigo. La mente es tan poderosa que sí tu crees que no vas a poder, tu cuerpo se lo cree y efectivamente, no puedes. Correr largas distancias te permite aprender a controlar esos demonios internos a los que te enfrentas durante tanto tiempo contigo misma.
Aprendemos a pedir ayuda. Cuando corremos largas distancias, a veces no vamos lo suficientemente preparadas y necesitamos desde hidratación, algún snack o gel, hasta ropa porque sufrimos algún inconveniente. Sabemos que vamos a darlo todo y a veces no son suficientes nuestras provisiones. A veces tenemos tanta sed que tomamos agua de donde menos imaginamos.
Aprende a trabajar en equipo. Cuando corres en equipo te adaptas a los que los demás quieren y corren y juntos arman estrategias para irse cuidando. Muchas veces cuando corremos solas nos vamos consintiendo y en ocasiones ni terminamos el entrenamiento. Cuando entrenas en equipo no solo conoces lugares a los que no podrías ir sola, sino que se apoyan los unos a los otros y se alientan a mejorar.
Desintoxicación digital. Cuando corres, por lo general, no llevas tu teléfono y sí lo llevas no lo ves hasta que termina la distancia. Después de varías veces de dejar tu celular te darás cuenta de que no lo extrañas y añorarás ese momento de la distancia en el que no estás preocupada por las nuevas publicaciones de tus amigas.
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