Mi Maratón de Chicago 2018 y mi primer sub 4: Paola Cuéllar
¡Hola! Soy Paola Cuéllar y “Soy Corredora”. Si, soy de esas locas que le gusta correr. Sudar como loca, que me duela el cuerpo después de una carrera, levantarme temprano, no desvelarme. Pero lo que realmente me gusta de correr es lo que me ha traído. El encontrar un balance en mi vida, el despejarnos del estrés diario, el cruzar una meta y pensar que eres invencible, el no tener que estar siempre a dieta, las mejores amistades del mundo y, en mi caso, encontrar momentos de convivencia con la familia (un gusto mega heredado del lado paternal). Esto para mí es correr.
Y es así como en el 2009 empecé a correr. Mi primer maratón fue el “bucket list”. Aquel maratón que dices que vas a correr porque quieres palomearlo de tu lista de cosas por hacer antes de morir. Así fue pasando el tiempo y este año, crucé la meta de mi décimo maratón. Cada maratón representando alguna experiencia diferente y cada uno volviéndose mi favorito en su momento.
Soy una corredora “normal”. No soy la más rápida del mundo, es más, de repente busco un break de correr para poderme desvelar y tomar (no se hagan, a todas nos encanta la fiesta), no hago dietas para aumentar rendimiento (la neta sí me cuido, pero pues también el chiste de correr es poder comer algo que te encanta sin remordimiento alguno). No saben, cada carrera me cuesta horrores, siempre tengo al diablito y angelito con el dilema de ir a correr o no, así que creo que me puedo identificar con un par de ustedes.
Chicago 2018. El año que decidí tomarme las cosas a la ligera. No tenía la intención de entrenar para mejorar tiempo sino sólo disfrutar los meses de entrenamientos y divertirme en el camino. Los que me conocen saben que soy muy aprensiva pero justo este año dije: “ya tenemos suficientes preocupaciones en la vida como para hacer de lo que te gusta una preocupación más”.
Así llegué a mi décimo maratón, feliz y dispuesta a disfrutar cada uno de los kilómetros. Bajo la lluvia y junto con otros 42,000 corredores arranqué, saludé a cada niño que quería recibir un high five, pedí porras en las curvas donde se juntaban los espectadores y porristas, agradecí a los voluntarios, ponía mis 10 dedos de las manos para las fotos simbolizando los 10 maratones y simplemente corrí sin noción del tiempo ni del pace (claro que ayudó que por la lluvia o por la saturación, mi reloj dejó de funcionar y no me quedó de otra más que ir a ciegas). Al llegar al kilómetro cuarenta pensé: “¿Cómo? ¿ya solo faltan dos kilómetros?” La famosa Wall nunca llegó ¡no lo podía creer!. Al cruzar la meta, prendí mi celular y empece a recibir mensajes diciendo que había bajado de las 4 horas. Algo que había buscado desde el maratón número 1, no podía creerlo y, obviamente, empecé a llorar.
Después de esta experiencia tengo muchas otras cosas que agregar a mi lista de por qué corro y por qué me gusta cruzar esa meta una y otra vez (sin llenadera, diríamos). El correr maratones te deja aprendizajes que son de vida, como muchas veces el dejar fluir y soltar las cosas es cuando se ven los resultados. El que, efectivamente, hacer las cosas con una sonrisa y con mente positiva funciona. La paciencia es una virtud y la constancia y disciplina a la larga dan sus resultados.
Entonces, ¿Qué dicen? ¿Correré otros 10 maratones o me jubilaré en el climax de mi carrera con mi sub 4 (al estilo Michael Jordan)? (sí, ando insoportable). Lo que sí sé es que la Paola antes de correr su primer maratón y Paola después de su décimo maratón es completamente diferente (y mejorada), por lo que seguramente habrá Paola “corredora” para rato.
Ahora ve: