7 lecciones que correr nos ha enseñado para aplicar en la vida
Si eres corredora de hueso colorado, seguramente más de una vez te has puesto a pensar en lo mucho que ha cambiado tu vida desde que decidiste incursionar en este bello deporte.
Así que si eres una runner que siente cómo se eriza su piel cada que cruza la meta, o que incluso, cuando alguien más lo hace, seguramente estarás de acuerdo con estas siete lecciones de vida que correr nos ha enseñado.
Para llegar hay que entrenar
Así como entrenamos duro día a día para bajar tus tiempos en la siguiente carrera, o por el simple gusto de saber que nuestros entrenamientos cada vez son mejores, también nos fijamos metas en todos los ámbitos de la vida; tanto en lo laboral como en lo personal. Un ascenso en el trabajo implica esfuerzo, así como mantener buenas relaciones con nuestros seres queridos. ¡Todo es a base de práctica y entrenamiento!
Siempre hay alguien a nuestro alrededor
Adelante, atrás, a un lado o al otro… así como hay corredores alrededor de nosotras durante una carrera, hay personas en nuestra vida que no solo nos necesitan; sino nosotras a ellos. Así que recordemos que cada que nos sintamos solas, habrá alguien que nos eche porras cuando más lo necesitemos.
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La meta siempre estará ahí
Podemos tropezar, caernos lesionarnos, incluso dudar en si llegaremos a nuestro destino, pero eso no implica que la meta desaparecerá; es nuestro objetivo y estará ahí cuando sea el momento de llegar a él. Tal como lo vivimos en el día a día. La vida es a base de fijarse logros, y la única forma de llegar a ellos es disfrutando lo que hacemos.
Prohibido decir: “no puedo”
No está en nuestro glosario de corredoras, pues estamos conscientes del poder que tiene nuestra mente para influir en nuestras acciones. El “SÍ PUEDO” se ha convertido en nuestro estandarte de vida y nos costó una que otra carrera aprenderlo, pero lección bien aprenda jamás es olvidada.
Cada llegada a la meta es un nuevo comienzo
Sabemos que nuestro entrenamiento ha valido el esfuerzo cuando cruzamos la línea de meta, pero también sabemos que es solo el inicio de nuestro siguiente objetivo. No hay nada como ir fijando sueños tanto en el asfalto, como en nuestro día a día como persona.
Amo mi cuerpo por lo que puede hacer por mí
Exigimos a nuestro cuerpo y mente lo que sabemos que somos capaces de dar; no más. No ponemos en riesgo nuestra salud, pues conocemos tan bien cada músculo, articulación y respiración que jamás lo expondríamos a una situación riesgosa.
No siempre el que llega primero gana
Gana quien disfruta del camino recorrido para llegar a una meta, quien aprende en ese trayecto, y quien se ama aún más que cuando escuchó el disparo de salida. Gana quien se valora por haber llegado sin importar el lugar en el que haya terminado.
Ahora ve: