Crónica de un primer maratón de alguien que odiaba correr: Vivian Patiño
Hola, soy Vivian Patiño de Costa Rica y les quiero contar esta historia de maratón. Hace 5 años cuando por esas heridas que deja la vida y en donde tienes dos caminos para escoger, yo decidí retarme a mi misma y hacer algo que nunca me había gustado hacer: ¡empezar a correr!
Corrí sola durante muchos años; la disciplina, el esfuerzo y la responsabilidad me acompañaban siempre, además de que con cada paso conocía más mi cuerpo, disfrutada mi sudor, mis latidos, en fin, era mi terapia.
Paulatinamente, salir a correr se convirtió en mi tiempo y mi terapia, cada día me sentía mejor y aunque hubieron “piedritas” que pudieron haber hecho que lo dejara, como cuando me dio dengue, la falta de tiempo y las lesiones; pero no, ¡siempre decidí seguir pa’lante!
Recuerdo que muchas veces dije: “nunca una carrera”, por lo que tarde 2 años en hacer una y bueno, el 7 de octubre del 2018 ¡conquisté las calles de Chicago!. Fue un maratón increíble, el primero, un “major”, así que mi adrenalina estaba a mil. ¡Que lindo y que rico sentirse así, viva, completa y feliz! Todo el camino me la pasé sonriendo, pensando en todo lo que iba dejando atrás, desde madrugadas a las 3:20 am para entrenar, hasta las lesiones, lágrimas, lluvia, sol, sacrificios …unos kilómetros más que otros y buscando siempre la preciada bandera de Costa Rica que mi equipo de apoyo (mami y Omar) sostenían en lo alto para verlos.
La sensación de sentir el agua en la cara (porque llovía bastante) y el viento en el cuerpo con cada pisada fue delicioso, al pasar el medio maratón me sentía radiante, feliz y con mucha fuerza. Mis 38 años de vida pasaron por mi mente durante mi recorrido, pensando en el porqué yo estaba ahí, así que también lloré, mis lágrimas bajaban con la lluvia pero cada una tenía nombre, tenía lugar, tenía razón y más fuerza tenía cuando escuchaba frases como “Go Vivi” , “Go Costa Rica”, “You are awesome ,”Costa Rica we love you”; porque no era yo, también iba corriendo representando un país.
Al km 38 continuaba pensando y recordando cada palabra y cada frase que muchas personas me dijeron antes de esta loquera, cada una de esas palabras cruzó mi mente y era fuerza para continuar, disfruté cada grito, cada porra y cada trago de la hidratación como nunca porque continuaba feliz retándome a mi misma.
Al ver la señal del km 40 mis piernas literalmente iban solas, no las tenía dormidas, pero simplemente no las sentía, solo sentía cada latido de mi corazón palpitando al máximo de felicidad (me sentía tan bien y completa que pensé que seguro al llegar iba a caerme) solo veía la gente apoyando más que nunca, fue entonces cuando mi mente y mi corazón empezaron a trabajar solitos imaginando cada persona que sabía que de mente y corazón me esperaban en la meta y estarían orgullosos de mi.
Cruzar la “finish line” de un maratón sintiéndome perfectamente bien y feliz en todo sentido fue una sensación indescriptible, la emoción es demasiada, crucé la línea siendo una Vivi distinta a la que empezó a correr… simplemente conquisté Chicago, terminé mi primer maratón ¡re feliz y súper bien de salud! Luego, llegar al “family reunion” y abrazar a mi mamá me dejó sin palabras.
Con todo esto, no los invito a que empiecen a correr, pero si a creer en ustedes mismos, en sus capacidades, en su tenacidad, en construir sueños y trabajar duro para conquistarlos.
Nada es fácil ni nada viene de la noche a la mañana, hay que trabajar muy fuerte, elijan siempre el camino de seguir adelante porque ¡los límites están en nuestra mente!
No hay mayor satisfacción que la de conquistar una meta después de meses de arduo trabajo, un maratón lleno de amor y gratitud (como decía mi camiseta). Gracias a Dios y todas las personas, desde mi familia hasta mis amigos (los viejos y los que hice en el camino) que de una otra manera han estado en este proceso conmigo con lágrimas, con sonrisas, con dedicación, con palabras o incluso sólo con la presencia… igualmente mi equipo de retos sin palabras: mi súper coach, entrenador del gym,compañer@s de fondos, nutricionista, terapistas físicos… ¡gracias infinitas a todos! ¡Todo esfuerzo valió la pena!
¡Que viva la vida!
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